En los días pasados, la Ciudad y los municipios del conurbano se han visto seriamente afectados por la imposibilidad de recolectar los residuos conforme el esquema normal. La situación es consecuencia directa de una medida de fuerza adoptada por los trabajadores de CEAMSE, en virtud de un conflicto que mantiene su gremio ante la incertidumbre respecto del emplazamiento de los futuros sitios de disposición final para el Area Metropolitana.

Más allá del conflicto gremial que ha disparado la situación puntual que hoy vive la capital y el AMBA, hay que considerar que la gestión de los residuos en una metropolis como Buenos Aires, reviste una gran complejidad que muchas veces pasa desapercibida para la opinión pública y la ciudadanía en general. La gestión de residuos incluye la recolección domiciliaria, el tratamiento, transporte y la disposición final en un conjunto de tareas que involucran aspectos técnicos, sociales, económicos y ambientales, las cuales demandan importantes erogaciones al erario público, además de una compleja logística. En Buenos Aires, esta gestión tiene una necesaria escala metropolitana, dado que sería inviable una atomización de las responsabilidades en cada municipio y en la Capital, provocando una virtual anarquía.

Hace ya varios años que la gestión integral en el área metropolitana requiere la adopción de decisiones de estado, mirando hacia el mediano y largo plazo, con el fin de definir las tecnologías mas apropiadas y en su caso la localización de los sitios de disposición final de los alrededor de 14.000 toneladas de residuos que se generan todos los días en el área metropolitana. Para visualizar la magnitud y escala del desafío, hay que pensar que todos los días se requieren más de 1000 camiones para transportar la basura desde los centros de transferencia o directamente desde los circuitos de recolección hacia los rellenos sanitarios que opera CEAMSE.

Los centros que operan hoy (Norte III, Gonzalez Catán y Ensenada) llegarán un día al fin de su vida útil y resulta imprescindible planificar y ejecutar las acciones para el día después, aún cuando estas decisiones entrañen comprensibles costos políticos que pocos quieren asumir. Lamentablemente y pese a lo que suele pregonarse desde diferentes ámbitos bien intencionados, no hay soluciones mágicas a la "cuestión de la basura". En todo el mundo se utilizan combinaciones de estrategias que implican tratar, reciclar, enterrar o incinerar los residuos: Todos tienen su costos, ventajas y desventajas ambientales y cada sociedad procura la mejora alternativa según sus circunstancias y posibilidades. La gestión de residuos, al igual que otros servicios urbanos esenciales para el funcionamiento de una mega ciudad moderna, como la red cloacal o la provisión de agua potable, requieren de infraestructura que a menudo resultan antipáticos y que comprensiblemente nadie quiere cerca de su hogar. Trazar las soluciones en forma ambientalmente sustentable y pensando en el bien común para todos, es una obligación moral que deben asumir quienes fueron electos por el pueblo para conducir los destinos colectivos. No hay soluciones sencillas, sino opciones inteligentes y razonadas. En temas que hacen a la calidad ambiental y a la salud de la gente, se debe actuar con responsabilidad, dejando de lado la tentación de respuestas demagógicas.