EDITORIAL


Crisis Financiera. Amenaza y Oportunidad para el Desarrollo Sustentable

El mundo se encuentra complicado con una crisis que comenzó siendo financiera y luego se trasladó en forma transversal a casi todos los sectores de la economía. Las voces más agoreras pregonan la “caída del muro del capitalismo” en una secuela simétrica a la que sacudió el bloque socialista a fines de la década del ochenta. Es difícil predecir el curso de los acontecimientos en los próximos meses, y los escenarios que anuncian analistas económicos, politólogos e historiadores van desde los pronósticos de pronta recuperación, a la profunda catástrofe global.

No es del caso alinearse en alguna de estas tesituras, no somos analistas, ni futurólogos, ni adherimos a las visiones apocalípticas de un nuevo fin de la historia, esta vez sombrío, en lugar de la versión optimista que pregonara Fukuyama apenas unos años atrás.

No obstante ello, las amenazas al sistema internacional y a la vida de todos los habitantes de la tierra son reales y no deben ser despreciadas. El riesgo de que cada país procure escudarse tras medidas proteccionistas, de autodefensa, descoordinadas entre sí, generando así una “estampida hacia la salida de emergencia”, es más que real. Igualmente real es el espectro de que el desempleo y frustración se profundice y provoque reacciones de violencia cada vez mas irracional y con consecuencias destructivas para todo el tejido social en su conjunto. No es la primera vez en la historia que un escenario de crecimiento sostenido, aparente antesala a la prosperidad generalizada, se desvanece por circunstancias y avatares como las que estamos viviendo. El mundo en 1913 se asemejaba bastante al escenario de 2006, en términos de crecimiento del PBI global, intercambios comerciales y desarrollo. Dos años luego de esa fecha, el mundo se desangraba en una conflagración general que marcó el rumbo de las décadas que siguieron. Es de esperar que la semejanza termine allí…

Dejando de lado las comparaciones y paralelos, cabe el interrogante sobre las implicancias de este contexto para las cuestiones ambientales que han cobrado relevancia en los últimos años, tales como el cambio climático, la desertificación, la escasez hídrica y el cumplimiento con las metas del milenio. En este sentido, el G20 se reunió en Londres para debatir sobre le estado de la economía global, sus instituciones financieras y medidas concertadas para conjugar los efectos de la crisis. También estuvieron presentes, claro que con menor urgencia, cuestiones que ya habían sido abordados, tales como el cambio climático y la necesidad de acordar políticas para actualizar o adecuar el marco de Kyoto los próximos años.

La crisis actual representa a la vez una amenaza y una oportunidad para el desarrollo sustentable. Si se mira el vaso medio vacío, es indudable que las prioridades de sanear el sistema financiero y salvar empleos taparán cualquier preocupación por lo ambiental. Ahora bien, si se mira con una óptica mas positiva, la coyuntura actual representa un punto de inflexión a partir del cuál introducir medidas que alienten los cambios sustantivos que necesita el mundo, en su matriz energética, uso del agua, producción de alimentos, ocupación del espacio y equidad social, esenciales para un futuro sustentable.

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Juan Rodrigo Walsh

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