EDITORIAL


Nuevo Capítulo en La Saga Rioplatense de las Papeleras

El 19 de este mes, La Nación publicó un comentario editorial “Las Enseñanzas de Gualeguaychu”. El comentario coincide en gran medida con las reflexiones que efectuáramos el mes pasado sobre la cuestión de las papeleras y no hace más que confirmar la sensación que, desde la perspectiva de un observador externo, pero no ajeno a las cuestiones ambientales percibíamos. La “Causa Nacional” de la lucha contra Botnia que, apenas 2 años atrás, nos llevara a un pleito internacional ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, y a la declaración por parte de nuestras máximas autoridades de que la política ambiental constituía, a partir de aquel momento, una política de estado, parece haberse dado de bruces con la realidad del hastío generalizado con una metodología de protesta de por si autoritaria, sin perjuicio de las dificultades en demostrar en forma fehaciente y cierta, la contaminación y deterioro ocasionado al Río Uruguay, a raíz de las operaciones de Botnia.

En cierta forma, lo que manifestamos hace tiempo, comienza a tornarse realidad: ¿Cómo se sostiene un conflicto internacional a fuerza de argumentos forzados por la tozudez y la obcecación ideológica? ¿Como justificar cortes de ruta, como parte de una causa nacional, cuando los argumentos y datos científicos que darían sustento al reclamo ante el derecho internacional, son esquivos e inconclusos, cuando no negativos? Siempre sostuvimos que una medida cautelar en las instancias máximas del derecho internacional público, debía apoyarse en sólidas razones y muestreos objetivos que nunca tuvimos a mano. Ahora, el INTI manifiesta que sus estudios no detectan contaminación al Río Uruguay. Más allá del comprensible rechazo de la ciudadanía y de los asambleistas de Gualeguaychu a estos estudios, nos preguntamos ¿Cómo queda nuestro país en un pleito internacional fundado en gran medida en la aplicación del Principio Precautorio, si un organismo técnico de primer nivel como es el INTI, es incapaz de demostrar siquiera el riesgo, y mucho menos el peligro grave e inminente de la actividad de Botnia? Son interrogantes a los cuales no tenemos respuesta, mas allá de las serias dudas de cómo sigue nuestro país en el conflicto con Uruguay, de aquí a futuro.

Sí nos parecen preocupantes algunas lecturas políticas que se pueden hacer a partir de la coyuntura Gualeguaychú y Botnia, de cara a los últimos acontecimientos. A pesar de la posición critica que hemos tenido con la “cuestión Botnia”, tanto en lo que ha sido la estrategia de la Asamblea, como lo fuera la respuesta oportunista del Poder Ejecutivo, alineando en forma intuitiva la agenda ambiental, de los derechos humanos y de las reivindicaciones sociales. Es de esperar que el hastío con los cortes y la perdida de simpatía colectiva con la lucha de los asambleístas, arrastre también a un segundo plano de importancia a otras cuestiones de la política ambiental, como el Riachuelo, el ordenamiento ambiental del territorio, o el saneamiento de basurales en todo el territorio nacional.

Si hay algo positivo para extraer de la saga de las papeleras, fue el hecho de colocar a los temas ambientales en el centro de la política nacional. Estos grandes problemas ambientales persisten en su gravedad y sería una oportunidad pérdida, además de un error de apreciación mayúsculo, que, por revertir los errores en el conflicto con Uruguay, se terminen por soslayar los verdaderos problemas ambientales de nuestro país. En esto hay responsabilidades colectivas y, como señalaba el diario La Nación, enseñanzas para todos.

La sociedad civil, quizás debería tener una mirada mas amplia de los problemas ambientales y salir de la visión “todo o nada” impuesta por el enfrentamiento con Uruguay. El riesgo de encerrarse en un conflicto singular y perder de vista el teatro en su conjunto es grande y, como señalara James Neilson en un reciente comentario publicado en el Buenos Aires Herald, le hace un flaco favor a la causa ambiental, ante la existencia de problemas graves y quizás más trascendentes que la instalación de las pasteras.

Sobre las autoridades, y en especial la nueva conducción de SAyDS, recae la responsabilidad no menor de mantener la prioridad de lo ambiental como una cuestión central de las políticas de estado. En esto deberán resistir la tentación de relegar los temas ambientales a un segundo plano, junto con el desvanecimiento de los cortes de ruta y la perdida de legitimidad de las Asambleas Entrerrianas. Sería una ironía que el protagonismo que cobró la agenda ambiental en los últimos dos años, se diluya, justo en momentos en los cuales, por ejemplo, una nueva administración norteamericana asume con un importante compromiso con el desarrollo sustentable, revirtiendo 8 años de una política ambiental cuando menos ambigua.

Finalmente, para los medios de comunicación, también existe una responsabilidad: La de abordar los temas ambientales con la seriedad y solidez científica del caso, en lugar de la improvisación y superficialidad que caracteriza la cobertura de muchos medios, tanto gráficos como televisivos y radiales. La simplificación de cuestiones complejas como el cambio climático o la contaminación de ríos y mares, más que construir una conciencia ambiental, solo sirve para generar expectativas elevadas de soluciones milagrosas, con el casi inevitable desencanto posterior y confusión en la ciudadanía.

De toda experiencia, mala o buena, hay que extraer enseñanzas, para hacer un enfoque positivo de nuestra historia reciente. Sin perjuicio de las relaciones tensadas innecesariamente con Uruguay por las pasteras, es indudable que el cuidado del ambiente ocupa hoy un lugar inimaginable en la conciencia de los argentinos hace apenas unos años. El fenómeno es merito de la movilización ciudadana y de la mayor conciencia colectiva, más allá de las criticas que se pueden hacer respecto de los cortes de ruta u otros medios de acción directa. Es una oportunidad que no debería perderse, para construir de aquí en adelante, consensos básicos para una política ambiental de largo aliento.

Reiteramos nuestra invitación a hacernos llegar sus comentarios y aportes, enviándonos un correo electrónico a info@estudiowalsh.com.ar

Cordiales saludos

Juan Rodrigo Walsh

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