EDITORIAL


El fracaso de la Ronda de Doha

El mes pasado trajo una noticia que, en muchos ámbitos periodísticos, ha pasado desapercibida, o al menos con escasas repercusiones en los medios masivos y en la opinión pública en general: el fracaso de la última etapa de negociaciones internacionales de la Ronda Doha, llevadas a cabo en Ginebra.

La Ronda Doha, fue la última en los procesos de negociaciones comerciales internacionales encaradas por la Organización Mundial de Comercio (OMC), teniendo  sus comienzos en esa ciudad del Golfo Pérsico, poco después del fatídico atentado de las Torres Gemelas en Nueva York en septiembre de 2001.

En el centro de la agenda de discusión se encontraba un tema tan controvertido y complejo como era la reducción de los subsidios a la producción agrícola, vinculado a la apertura del comercio en materia de servicios. Hace décadas que el proteccionismo en materia agrícola y ganadera constituye uno de los principales obstáculos a la integración comercial, con una clara división de intereses entre países desarrollados y emergentes. En esta discusión el proteccionismo agrícola de los EE.UU. a través de sus sucesivas Farm Acts, o su contraparte en la Unión Europea con la Política Agrícola Común (PAC) han tenido un papel más bien poco digno en la discusión más amplia en cuanto al lugar que debería ocupar el comercio internacional en la promoción del desarrollo de los países menos privilegiados de la Tierra.

Son estos países, ubicados en el continente africano, asiático y americano, quienes históricamente más han dependido del comercio de bienes primarios y productos. Para ello un comercio agrícola equitativo es una pieza clave para superar la pobreza y subdesarrollo.

El reclamo por un comercio agrícola justo, con eliminación de barreras arancelarias ha sido una pieza central de la política externa de los países del Mercosur, junto a otras naciones con perfil agro-exportador reunidos en el Grupo de Cairns. Es una picardía, quizás poco percibida entre muchos en nuestro país, que haya fracasado esta Ronda, pese a los esfuerzos puestos sobre la mesa de muchos interlocutores en Ginebra.

Nuestro país, aún con todos los avatares de una política agropecuaria poco comprensible para la comunidad internacional (¿cómo justificar un pedido de reducción de aranceles y tarifas en el ámbito internacional, cuando se imponen retenciones a las mismas exportaciones?) necesita recuperar una línea de negociaciones internacionales en aras de reducir las barreras proteccionistas, junto a otros países de la región.

El fracaso de Doha deberá servir para redoblar los esfuerzos en este campo. Más allá del incremento en el precio de los productos primarios, las reglas de juego del comercio global necesitan abrir mayores perspectivas para los países menos desarrollados, quienes mejor pueden aprovechar las oportunidades del comercio agrícola para impulsar un desarrollo sustentable.

Novedades

Por último, queremos informarles que a partir de esta edición, en el ícono “Novedades legislativas” se podrán consultar los textos de las normas ambientales más recientes de nuestro país.

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Juan Rodrigo Walsh

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