El “Conflicto del Campo”, la economía y el desarrollo a largo plazo de Argentina

Luego de tres meses de conflicto entre el sector rural y la administración nacional a raíz del esquema de las retenciones impuestas a las exportaciones agrícolas, surgen interrogantes de diversa naturaleza en torno al origen del conflicto y sus consecuencias. Estos interrogantes apuntan a desentrañar los nudos subyacentes más profundos del problema, en lugar de pasar revista únicamente a los aspectos mas anecdóticos referidos a los cortes y manifestaciones, tan abordados ya por los medios de comunicación. El aumento de las retenciones fue la última gota que colmó la paciencia del sector en una secuencia de incrementos, cambios y contramarchas en la política agrícola de los últimos años.

Más allá de lo anecdótico, está sin duda en tela de juicio un modelo institucional de corte federal que funciona más en la teoría que en la práctica. Hace mucho que se reclama por un federalismo más equitativo, con un modelo de coparticipación fenecido y en deuda con las propias exigencias de la Constitución Nacional. Si el objetivo de las retenciones al agro es la loable redistribución del ingreso nacional, ¿por qué no utilizar los mecanismos institucionales y constitucionales creados para ello?, ¿por qué no utilizar el Congreso de la Nación, ganando de paso una inmensa legitimidad política y desarticulando uno de los principales reclamos que, desde lo formal, se le hacen a las retenciones? Desde la reforma de 1994 se viene discutiendo sobre la necesidad de reformular el sistema de coparticipación federal en forma infructuosa y con total desdén hacia las autonomías provinciales.

El conflicto del campo una vez más desnuda la agenda de reforma política inconclusa y la necesidad de fortalecimiento de las instituciones republicanas, tan reclamada por diferentes sectores de la sociedad argentina en la crisis de 2001 y luego olvidada ante la reactivación económica producida a partir de 2003. El fantasma de la fragilidad de dos de los poderes del Estado, frente al Poder Ejecutivo, vuelve a aparecer en escena revelando debilidades quizás intangibles ahora, pero de mucho peso para las perspectivas de desarrollo del país en el largo plazo.

El sector agro-industrial se encuentra frente a oportunidades inigualables en el contexto global, signado por la fuerte demanda de alimentos y un mercado emergente de biocombustibles. En lugar de plantear un debate de suma positiva para todos los involucrados, en el sentido de procurar un desarrollo sustentable a partir de las ventajas competitivas de nuestro campo en el concierto de las naciones, Argentina parece estar inmersa en discusiones con mucho más de nostalgia y retórica pretérita que de una clara comprensión de las oportunidades que se abren con políticas coherentes y en sintonía con el resto del mundo.

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Cordiales saludos

Juan Rodrigo Walsh