EDITORIAL

En este boletín queremos dedicar un espacio a la reciente decisión de la Comisión Nóbel de galardonar al ex vicepresidente de los EE.UU. Al Gore y al Panel Intergubernamental de la ONU sobre Cambio Climático (IPCC), con el Premio Nóbel de la Paz para el 2007. Si bien no es la primera vez que el Premio Nóbel reconoce los esfuerzos sobresalientes de personas que han bregado por el medio ambiente, otros galardonados anteriores por su lucha en aras de una mejora ambiental, como Rigoberta Menchu o Wangari Maathai, han estado mas identificados con las cuestiones de injusticia social y exclusión respecto de lo ambiental, que con la divulgación e investigación científica. El reconocimiento conjunto a Gore y al IPCC, constituye en este sentido una ponderación del papel que ha tenido el ex vicepresidente norteamericano con su predica política en la instalación del cambio climático como verdadera “cuestión de estado” global que exige respuestas proactivas por parte de todas las naciones. La película “Una Verdad Incómoda” puede ser merecedora de  observaciones criticas desde lo estrictamente científico. Lo que no puede negarse es que la obra dirigida por Gore ha hecho mas por la difusión masiva de la problemática en cuanto a la complejidad del desafío científico y político, que casi cualquier otra iniciativa publica o privada en la materia. Colocar la cuestión en la mesa de debate de los ciudadanos del planeta es quizas el mayor merito de la exitosa película de Gore. 

El premio compartido con el IPCC es también un mensaje de reconocimiento al sólido sustento científico que viene aportando el órgano de la ONU al proceso de toma de decisiones internacionales en lo que atañe al cambio climático. Si hace una década, cabía la alternativa política de negar el problema del cambio global en su conjunto mediante el artilugio de controvertir los datos o la ciencia subyacente,  en la actualidad esta estrategia de negación de la realidad es solo perseguido por los mas cerriles opositores a cualquier tipo de acción proactiva global: nadie discute hoy la existencia del fenómeno en sí, ni sus causas antropicas, ni la urgencia de adoptar medidas a largo plazo. Pueden diferir los enfoques respecto de que aspectos priorizar, si la reducción de emisiones, o mas bien prepararse para las consecuencias del cambio climatico en un ejercicio de adaptación. Esto debe ser el objeto de una seria discusión científica y política, enriquecido y apuntalado por el análisis técnico y la ponderación de los costos y beneficios en términos económicos de cualquier acción encarada.

Aquí queremos sumarnos al reconocimiento de la labor de los científicos argentinos que han participado en el IPCC, el Ing. Juan Carlos Giménez, la Ing. Agr. Graciela Magrin, el Lic. Jorge Codignotto, y el Dr. Osvaldo Canziani, Vicepresidente del IPCC, además de otros colaboradores (ver listado adjunto). En este sentido, y dada su trayectoria en las discusiones internacionales entorno al cambio climatico, también queremos sumarnos al reconocimiento efectuado por la Academia Nacional de Ciencias del Ambiente al Emb. Estrada Oyuela por sus años dedicados a la defensa de los valores del desarrollo sustentable, desde la Cancillería.

Además abordamos algunas cuestiones de actualidad ambiental que vienen nutriendo controversias agudas en el seno de la sociedad argentina, e íntimamente relacionadas entre si, tales como la minería y su impacto sobre el entorno físico y el tejido de las comunidades que coexisten con ella, junto a la evolución reciente de la jurisprudencia referida a la tutela de las comunidades indígenas. Ambas cuestiones han tendido a ir de la mano en los últimos años, dada la concentración de actividad minera en las provincias del país con mayor presencia de pueblos originarios.

Reiteramos nuestra invitación a hacernos llegar sus comentarios y aportes, enviándonos un correo electrónico a info@estudiowalsh.com.ar

Cordiales saludos

Juan Rodrigo Walsh